Lupercalia, el origen del día de San Valentín
Entre cada 13 y 15 de febrero, los sacerdotes llamados Luperci (hermanos del lobo) se juntaban cerca de la cueva Lupercal del Monte Palatino, donde según la leyenda romana, Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba de nombre Lupa.
Allí, sacrificaban a dos cabras machos para obtener fertilidad y purificación. A continuación, dos jóvenes sacerdotes Luperci eran conducidos hasta un altar, donde sus frentes eran untadas con la sangre de los animales sacrificados y luego limpiadas con un trozo de lana mojado en leche.
Al finalizar el ritual, era necesario que los dos jóvenes sacerdotes se rieran. Luego se cortaba la piel de los animales sacrificados en pequeños trozos que se enrollaban para hacer sogas o látigos que se mojaban en la sangre sacrificatoria y entregaban a cada uno de los hombres presentes.
Los hombres salían con las sogas a correr por las calles alrededor del Monte Palatino, en dos bandos separados, imitando al Dios Lupercus. Mientras corrían, golpeaban con sus sogas mojadas con sangre a los campos de cultivo y a toda mujer con la que se cruzaban en el camino, para repartir fertilidad.
De hecho, muchas mujeres, lejos de querer evitar el golpe, se acercaban hasta la zona y se paraban en fila, esperando ser tocadas para supuestamente prevenir esterilidad, recibir fertilidad y no sufrir durante el momento del parto.
La celebración de Lupercalia terminaba usualmente con excesos como orgías o incluso gente corriendo desnuda por las calles. Por inscripciones que se encontraron, hoy se sabe que esta festividad se expandió por Italia y otras partes del Imperio Romano, como la actual Francia.
El entonces Papa Gelasius I (492-496), quien se oponía totalmente a la celebración de Lupercalia, por considerarla salvaje e impura, tras una larga disputa con los defensores de la festividad, terminó por abolirla en el año 496.



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