Metales planetarios y poderes del alma


La tradición alquímica plantea que el alquimista debe transmutar los siete metales planetarios en poderes del alma, ya que estos son duales y contienen, dentro de su características individuales, elementos tanto positivos como negativos.


A partir de los siete metales básicos, primero purificados y luego reunidos en una tintura secreta, se produce la Piedra Filosofal, el alma espiritualizada.

Así, asciende por los siete anillos de los arcontes, y en cada uno presenta las antaño fuerzas negativas correspondientes a cada guardián (pecados, debilidades, desafíos), ahora transmutadas en sus virtudes cardinales inversas.

El primer nivel es el de la Luna, a quien se devuelve la capacidad de aumentar y disminuir.

El segundo Mercurio, a el se devuelven las maquinaciones, el engaño y la astucia.

El tercero es Venus, a quien se devuelven las lujurias y las pasiones.

En el cuarto anillo del Sol, se dejan las ambiciones del ego. En Marte se dejan la temeridad y la violencia.

A Júpiter, el sexto anillo, se le devuelve el acopio de poder y el ansia desmedida de riquezas.

En el séptimo anillo, se sienta Saturno custodiando la Puerta del Caos, a quien se devuelven la falsedad y las conspiraciones malvadas.

Así el alma llega a la Octava Esfera, el anillo de las estrellas fijas, donde mora la Luz y la Voz puede ser escuchada.

Visto en Regulus Oraculi

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